domingo, 19 de febrero de 2012

Capítulo 1


-¿Alguien me podría decir que es lo que hago aquí?- murmuré para mí misma, aunque sabía que más de alguno a mí alrededor me había escuchado, en la clase de Historia Universal nadie hablaba, no me importaba en lo más mínimo que mí compañero de al lado me creyera un bicho raro o que la misma maestra prefiriera no acercárseme, ya estaba acostumbrada, alcé la cara un segundo para mirar el reloj, faltaban solamente 5 minutos para el timbre aunque la próxima clase no era un alivio.
-Señorita Donelly, a su libro- torcí la boca al escuchar a la arpía regañarme, si apenas fueron unos pocos microsegundos, baje de nuevo la vista hacia mí gran libro Historia Universal por Arthur Leedor, un tipo tan aburrido que no me sorprendía que nunca se hubiese casado ni tenido hijos. No recordaba donde lo había escuchado pero decían que mientras más rápido quieres que pase el tiempo más se detiene y al parecer así me estaba ocurriendo, en esta ocasión solamente levanté los ojos, 4 minutos, Dios… solamente había transcurrido 1 minuto, a lo mejor la bruja que teníamos por maestra lo descompuso o algo para que pareciese que el tiempo iba más despacio, sí, eso era.
Por fin el bendito timbre sonó lejos del aula, ahora nos tocaba correr hasta la próxima clase del otro lado de la Academia pero por mí no existía ningún problema en llegar un poco tarde, Gimnasia era la clase que más odiaba de todas, incluida Historia, el profesor era un señor mayor que si no tenías un cuerpo atlético, eras bonita o en el peor de los casos tenías la Cruzada te trataba poco menos que a una escoria sobre la Tierra. Camine sola por los pasillos de Full Moon Academy, con la mirada puesta en el suelo, la mochila al hombro y pensativa, en definitiva no tenía la menor intención de asistir hoy al gimnasio para que me humillaran como el día anterior, eso de tener diario deportes no me agradaba en lo más mínimo, no sabía ni para que me servía, jugar volly o hacer piruetas por toda la cancha como una prostituta mientras le meneas el trasero a los del equipo de fut bol no tenía atractivo para mí, así que en lugar de dirigirme al ala más lejana de toda la escuela me fui hacia el patio donde se encontraban los cuartos separados de las aulas, atravesé con paso rápido el jardín hasta la seguridad del dormitorio de las chicas, subí de dos en dos los escalones hasta el cuarto piso y de ahí a la habitación número 53, abrí la puerta de un tirón y me encontré con una escena nada agradable, mi compañera Rosemarie discutiendo con su novio, ni cuenta se dieron de que los encontré en medio de su encontronazo ya que cerré con fuerza la puerta, genial, y ahora a donde me iba a ir, ya no alcanzaba a llegar a mí clase y la verdad prefería quedarme dentro del cuarto mientras aquellos dos tenían un pleito a enfrentarme con el Profesor Strunger.
-      Sophie - gire cuando escuche mí nombre, era mi mejor amiga Isabelle, sonreí aliviada al verla con la cara fuera de su puerta, por lo menos era un rostro amigable que no se mofaba de que yo no tuviese la Cruzada en mí muñeca, me acomode la mochila y camine hasta su cuarto, se hizo a un lado para que pasara, me tumbe en su cama, estaba agotada de tanto caminar, y dizque estudiar- Sospeche que no querías estar con Rose -- la mire incrédula -- Es que vi cuando Eric entro en el cuarto -- ambas soltamos una risita, en su compañía me sentía muy cómoda, podía ser yo misma.
-      Deberían de poner en la puerta un aviso o por lo menos decirme, con esta es la cuarta vez que los encuentro así, a estas alturas ya podría decirte que groserías les gusta gritarse más - negué con la cabeza tratando de sacar esas imágenes de mí cabeza.
-      Olvídalo Sophie, mejor cuéntame tú nuevo sueño - torcí la boca sin que me viera, la verdad quería que olvidara lo de mis sueños, tenía como dos semanas soñando con el mismo Venture Maxim, aparecía de diferente manera, ya fuera como un compañero de clase, como un primo o solamente se me atravesaba en el camino pero siempre era el mismo, como poder olvidar tan magnífico rostro, ojos color verde, piel morena y pelo oscuro, con un cuerpo que muchos hombres darían el alma por tenerlo, pero lo más destacable era su tatuaje en forma de Cruz en el cuello de un blanco aperlado que destacaba considerablemente contra su piel oscura. La mayoría de los Venture la tenían en el interior de la muñeca y muy pocos en el cuello, a esos les decían Venture Maxim, los que no la poseíamos no sabíamos que eran o que hacían y aprendimos a alejarnos de ellos, pero no les molestaba, al contrario, lo consideraban un honor. La Cruz era algo que ya no nos llamaba la atención, al principio simplemente creíamos que se trataba de algún tonto club que acababan de inaugurar y que para poder ser miembros tenían que tatuarse pero ahora sabíamos que nada tenía que ver con alguna tontería de alumnos, algunos de mis amigos se unieron a ellos recién se puso de moda pero poco a poco iban reclutando más, hasta el momento seguían siendo minoría en la Academia no obstante iban en aumento, algunos compañeros y yo nos pusimos de acuerdo para descubrir exactamente que era, al final conseguimos un bosquejo muy parecido al original, una Cruz de más o menos 7 cm. que se iba haciendo más angosta mientras se acercaba al centro de la misma y dentro de la cruz una rosa con tallo y espinas, pero lo que más nos llamo la atención era que mientras más tiempo tuvieras con la Cruzada más colores tenía, al principio era únicamente los contornos hasta que los más antiguos la tenían completa, la cruz negra, la rosa roja y el tallo verde, todo el esquema era tan real que parecía que las espinas podían llegar a pincharte un dedo si tocabas la marca, a diferencia de los Venture Maxim, la de ellos era blanco aperlado con la rosa roja. Me levante de la cama tratando de sacarme el rostro del desconocido de la mente aunque sabía que fracasaba, normalmente luego de despertarme y haber soñado con él su rostro flotaba delante de mí como por cuatro o cinco horas, si no es que todo el día lo tenía rondándome por la cabeza, maldije internamente a Isabelle por haberlo mencionado, hasta el momento no lo había recordado pero gracias a ella ahora me sería imposible olvidarlo, me metí a su baño y cerré la puerta delicadamente, no quería portarme grosera con quien me había dado refugio en su habitación, me mire en el espejo tratando de volver a mí misma, unos ojos color avellana enmarcados por una larga cabellera ondulada me regresaron la mirada, el rostro que miraba no era hermoso pero tampoco podía considerarse feo, algunos de mis compañeros solían llamarme belleza exótica, piel clara casi blanca, pelo color miel, ojos grandes y de un color extraño, boca carnosa y de un matiz rojizo natural, dientes blancos como la nieve, podría decirse que tenía un cuerpo bonito, era delgada, de busto pequeño al igual que mí cintura y estatura promedio pero eso no era suficiente para tener el privilegio de agradarle al profesor de Gimnasia, no claro que no, a él le gustaban con cuerpo de súper modelo, obviamente muy pocas lo tenían. Cuando noté que los ojos del espejo estaban normalizados salí del baño, Isabelle me conocía y cuando prefería alejarme de alguien era porque había tocado un tema difícil así que no me presiono más, pero de todos modos fui yo la que abrió la boca, una parte de mí quería contar el sueño pero otra me decía que no se lo dijera a nadie, en esta ocasión había sido diferente, en otros no me hablaba el Cruzado en cambio ahora sí.
-      Me hablo - dije con voz queda, noté como se dejo de escuchar los dedos de mí amiga teclear en su ordenador, habíamos comenzado a indagar sobre quien era o que quería de mí, pero hasta el momento se limitaba a observarme ya sea desde lejos o delante de mí, se me erizo la piel al recordar su voz, ronca, seria y… fría, fría como el acero.
-      ¿Y qué te dijo? - su voz preocupada me volvió a la realidad, lejos de aquel hombre que tanto me intrigaba y asustaba al mismo tiempo.
-      Que de ahora en adelante todo iba a cambiar - en resumen eso me había dicho, de todos modos no podía recordar nada más  - Si hubieras sido tú la que lo hubieras soñado… - me estremecí, no me desagradaba soñar con él,  cada noche ansiaba con demasiadas ganas dormirme para saber cómo se me iba a aparecer pero lo más extraño era que antes de soñar con él siempre sabía cuando soñaba y podía controlarlos pero ahora ya no, no sabía que no era real, ya que los colores y las sensaciones eran demasiado vividas.
-      Pero como se te acerco o… dime como fue, todo de todo - se sentó junto a mí pero apenas la sentía a mí lado, dentro de mí cabeza algo estaba ocurriendo, algo estaba pasando por alto, algo importante pero no sabía que era- ¿Sophie?
-Lo siento- regrese al presente de una manera brusca- Estábamos en… el parque, si en el parque- cada vez que contaba que había soñado me costaba muchísimo trabajo, tenía que recordarlo todo, esforzarme y dejarme llevar por lo que mi mente me daba y aun así muchas veces no podía recordarlo todo- Pero no estaba sola, había alguien junto a mí- ¿Seria mí padre? O… ¿Isabelle? Bien podía ser cualquiera de los dos no sabía decirlo- No recuerdo quien era, pero se fue en cuanto el V.M. se me acerco, comencé a sentir mucho miedo- esa parte sí que la recordaba bien, porque desee fervientemente que fuera un sueño, quise despertar en mí cama, aunque obviamente desconocía que solamente era una ilusión- Era de día pero en cuanto me agarro de la muñeca el Sol desapareció, era de noche sin estrellas ni Luna- volví a sentir el miedo que pase la noche anterior, las manos me comenzaron a sudar una vez que todo regreso a mí mente, pero también recordé la sensación extraña que me invadió, desee que el Venture se quedara conmigo a pesar del gran miedo que me inspiraba su presencia- Abrió la boca y me dijo que todo iba a cambiar- me cubrí la cara con mis manos, algo se quería asomar a mí memoria, algo importante, la cabeza empezó a dolerme de tanto esfuerzo pero sea lo que fuere era de mucha relevancia- Dijo que tuviéramos cuidado- en el tuviéramos la incluía, si… había mencionado algo de Isabelle pero era demasiado para mí, no podía recordar más- Dijo algo de ti pero no se que era… que trataría de protegernos pero que aun así anduviéramos con pies de plomo- esas no fueron exactamente sus palabras pero si las parafraseaba se convertían en eso, mire a Is a la cara, tenía la boca abierta del asombro, no se esperaba algo así y yo tampoco ahora que lo recordaba- No preguntes más por favor- mí leve dolor de cabeza ahora pasaba a convertirse en una migraña en todo su esplendor, me martilleaba el cerebro, parecía que quería salirse de su lugar pero odiaba tomar medicamentos. Me pare lentamente de donde estaba, únicamente Is sabía sobre mis sueños, gracias a Dios, así no tenía que vérmelas con nadie más, ni con preguntas innecesarias ni con caras de bicho raro, no confiaba en nadie más para ser especificas, Isabelle y yo crecimos juntas, desde el preescolar hasta este momento, nuestros padres tuvieron la genial idea de que estudiáramos en la prestigiosa Academia Luna Llena, por lo menos estábamos juntas, si no… lo más seguro es que ya me hubiese tirado de la torre más alta de la escuela, que era la de Astronomía. Me deje caer sobre la almohada de mí amiga a su lado, ahora le tocaba decir algo a ella, pero no emitía sonido alguno, solamente su respiración me decía que no se había puesto en coma.
-¿Is?- ahora me toco a mí traerla de vuelta a la realidad, cuando me cruce con su mirada pude notar cuando estuvo conmigo otra vez- ¿Qué pasa?
-Nada- su respuesta no me convenció y mucho menos su tono de voz, sabía cuando me mentía y cuando decía la verdad, ahora… era a la mitad- Pero simplemente fue un sueño- su voz socarrona me recordó que nos estábamos asustando por una ilusión, reí junto con ella- No vale la pena darle demasiada importancia a algo que no es real, creo que es más probable que nuestros padres nos saquen de aquí a que lo que tú sueñas se convierta en realidad- nos reímos juntas como cualquier otra tarde normal pero en el fondo de mi mente seguía guardado mí sueño, y tarde o temprano saldría a relucir.
En cuanto escuche que la puerta de mi habitación se abría y la risa de mí compañera y su novio se alejaron por el pasillo camine presurosa hacia mí refugio, nunca llegaría a comprender como podían ser tan bipolares. En realidad quería estar sola con mis pensamientos, pero temía que mis sueños regresaran y otra cosa me horrorizaba… los recuerdos, me abrumaban cuando mí cabeza estaba vacía o tenía la guardia baja: el recuerdo de la muerte de mi madre. Ese había sido el último día en que había dormido en casa, el día siguiente por la noche ya estaba en esta horripilante escuela, lo peor fue presenciarlo todo. Me tumbé en la cama cerrando los ojos aliviada de que Rosemarie y Eric ya no estaban y deje que todo lo que había estado tratando de bloquear se apoderara de mis sentimientos y pensamientos. No supe cuando los recuerdos se convirtieron en sueños pero cuando me levante de la cama ya no estaba en mi habitación de la Academia si no en mí cuarto color melocotón, lo reconocí en seguida pero no por el acomodo ni los adornos si no por el olor… olía a lavanda, el incienso favorito de mí madre, me levante apresurada de entre las sabanas y baje corriendo las escaleras gritando a todo pulmón a mí mamá, solo Dios sabía cuánto la extrañaba, pero en cuanto llegue a la cocina la vi de nuevo tirada sobre el linóleo blanco aperlado, con las muñecas rajadas y chorreando sangre, quise gritar pero sabía que ya no había tiempo, estaba pálida como la cera y el color de sus labios se había extinguido ya hacia bastantes horas, solté un grito de dolor y desperté sobre mí cama de la Academia. Me senté agitada, todo había sido un sueño, un recuerdo, pero tan real que aun era capaz de ver el rojo de la sangre sobre el suelo dentro de mis pupilas, fui hasta el baño a lavarme la cara, tenía que sacar de mí cabeza ese sueño, pero era imposible, de eso ya tenía 2 años, pocos como para que estuviera sanada, me mire el interior de mis muñecas observando dos pálidas cicatrices recordando cómo me las hice y la sangre que manaban de ellas, si Mildred no me hubiese encontrado en el cuarto de baño de mantenimiento en estos momentos acompañaría a mí madre, de cierta manera agradecí que me encontrara y por otro lado la odie cuando escuche que llamo a gritos a la directora, desde ese incidente había pasado 6 meses y ese tiempo llevaba viendo a la psicóloga de la Academia, una señora de apariencia amable pero un tanto fría a la hora de hablar, mire el reloj horrorizada, hace ya 10 minutos pasaba de la hora de mí sesión, las tenía diario durante un año y cada una duraba 60 horrorosos minutos, corrí hasta la puerta de su consultorio y aporree la puerta.
-Adelante- su voz sonaba ronca y enojada ya estaba acostumbrada a que hablara así, abrí la puerta lentamente, sabía que me esperaba una reprimenda por mí tardanza- Nunca llegas tarde, a que se debe ese… honor- la mire sentada en su sofá con las gafas puestas, tomando apuntes, ahora que lo recordaba nunca la había visto de otra manera.
-Lo siento, me quede dormida- tome asiento delante de ella como diario, al principio que comencé a tomar las terapias mis compañeros me preguntaban qué era lo que hacia pero ahora… nadie se acordaba de que asistía a la loquera.
-No te preocupes, eres mí paciente más cumplida, y la que veo que tiene mucho más progreso que los demás- me sonrió, le regrese el gesto, nunca le había dicho de mis sueños con el V.M. estaba segura de que diría que las sesiones iban a durar 3 o 4 horas, le seguía la corriente, lo de mentir se me facilitaba mucho y en este lugar lo usaba excesivamente, odiaba tener que admitir que a lo mejor si ocurría algo en mí cabeza, desde pequeña siempre fui extraña pero ahora… después de la muerte de mi madre se intensifico, ya no temía nada, ni siquiera meterme en problemas pero… no podía hablar con nadie más, ni contarles mis secretos, claro excepto Isabelle, pero no solamente era que no confiaba en los demás, Verónica, la psicóloga me había dicho que si no aprendía en confiar en mí jamás podría abrirme con el resto, eso demostraba mí falta de tacto al hablar con los mayores, en mí poca experiencia con los muchachos y en mí total ignorancia en lo que se refiere al mundo exterior así que debía agradecer a mí padre por tenerme en un lugar a salvo, aunque en realidad lo odiara.
-Cuéntame sobre tú día- torcí la boca al recordar que había faltado a la mitad de mis clases pero tarde o temprano se daría cuenta de que no asistí a mis materias, sonrió al verme- Se que no fuiste a ninguna de tus clases… bueno… a la mitad de tus clases, ¿quieres decirme la razón?- eso era fácil, ella conocía mí déficit en Gimnasia.
-Es que tenía Gimnasia y por eso no fui, me quede en el cuarto de una amiga- obviamente no le diría la razón- después me fui a mí cuarto y me quede dormida- esa era la verdad- Cuando me desperté me di cuenta que se me hacia tarde hasta para venir contigo.
-Que no vuelva a ocurrir- me miro de reojo las manos así que se las mostré directamente, negó con la cabeza- Se que estas mejorando, Sophie, espero que no retrocedas.
-Claro que no, Vero, si quieres saber algo sabes que me lo puedes preguntar directamente- tenía que demostrar que confiaba en ella para que así me dejara tranquila un rato, aun me faltaban 6 meses de terapia pero esperaba que con mí “recuperación apresurada” me dijera que con este tiempo era más que suficiente, no quería pasarme el resto de mí estadía en Full Moon Academy viniendo a este consultorio.
Después de terminada la sesión que en esta ocasión se me hizo la más larga del mundo gracias a que lo único que deseaba hacer era correr a mí habitación a refugiarme en mí cuadernillo. Desde que aprendí a escribir tenía una frase: “Si no escribo me vuelvo loca”, claro, lo decía en broma porque en realidad ya estaba loca, o al menos eso opinaban el resto de mis compañeros.
Cuando por fin estaba por alcanzar el camino hasta los dormitorios un gruñido de mí estomago me recordó que no había almorzado nada ni comido, suspire pesadamente y me encamine a la entrada del comedor, era la hora más concurrido pero al mismo tiempo la que más sola se me hacia, seria falso decir que todos me hablaban, seria mentirosa si dijera que tenía con quien sentarme a chismear, seguí mí camino hacia la barra de comida, me serví en una bandeja lo primero que encontrara a mí alcance, estaba más que acostumbrada a que me llamaran de todas las formas habidas y por haber, desde anormal hasta fricky pero no me importaba, me senté en una mesa alejados de todos con mí comida solitaria, saque de mí mochila un libro, era mí lectura favorita: Romeo y Julieta de William Shakespeare, lo había leído tantas veces que era capaz de recitarlo sin una sola falta pero aun así me seguía fascinando, la forma en la que se amaban y necesitaban era tan cautivadora que la sola idea de que la muerte no los separara me causaba escalofríos, desee fervientemente que algún día alguien me amara así, pero estaba segura que dentro de esta Academia nadie me miraría de esa forma, estaba tan sumida en el libro que no me di cuenta que el comedor poco a poco se fue vaciando hasta solamente quedar algunos rezagados, guarde mí “Biblia” dentro de la bolsa y camine a los jardines, siempre me ocurría que después de leer necesitaba pensar, necesitaba acordarme de que era real y que no, era tanto mí deseo de que me pasaran cosas que solamente en los libros ocurrían que me salía del contexto de la realidad pero también era verdad que mí vida era horrible, jamás le desearía todo lo que me había pasado a nadie, ni siquiera a mí peor enemiga, pero no tenía de otra más que soportarlo todo con la cabeza en alto. Me senté en una banca con vista a la barranca, deje a mí mente vagar hacia las montañas, Escocia era lo más hermoso que mis ojos habían mirado, cada castillo contaba una historia, cada piedra con las que habían sido construidos hablaban por si solas, conocía de memoria cada fortaleza del país, aunque odiaba Historia Universal, amaba con locura Historia Nacional, me parecía maravilloso como antes sin poseer conocimiento alguno de física, arquitectura, diseño de interiores podían hacer de un simple llano algo tan hermoso como lo era el Castillo de Edimburgo, mí favorito de entre todos, me gire para observar mí propia escuela, era una construcción moderna, de a principios del siglo XIX, era una combinación de muchas estructuras de la Edad Media, Edad de Oro, etc. Cada sección del castillo era diferente, de igual forma me hubiese gustado quedarme en mi tierra natal, Francia, suspire, era imposible no rememorar a mí mamá cuando pensaba en mí hogar, cuando era pequeña me perdía entre los pastizales de la casa con mi madre persiguiéndome detrás, desde ese entonces Isabelle y yo sabíamos que estábamos destinadas a estar juntas, entre las tres jugábamos a las escondidas, una lagrima rodó por mí mejilla hasta perderse entre mis cabellos, cerré los ojos y aspire mentalmente el aroma de los rizos de oro de mí madre, cuando era niña siempre añore tener su cabello, sus ojos color esmeralda y su piel clara como la leche, quien me viera no sabría que fui hija de Juliette Estuardo, no tenía nada de ella ni de su familia, todo lo mío era Donelly, sonreí al acordarme de un acontecimiento que jamás olvidare. Era una tarde de verano en las praderas de Escocia, ya teníamos alrededor de 2 años viviendo aquí, Is ya era mí vecina y mi madre ya trabajaba de maestra con sus adorables niños, ese día llevaba puesto un vestido color lila que con el viento se me levantaba hasta enseñar los calzoncillos, a los lejos escuche como mi padre me llamaba a gritos, corrí hasta él con los pies descalzos sobre el pasto húmedo, cuando llegue mí abuelo estaba a su lado, recordé como torció la boca y dijo con su voz ronca.
 -Esta no es mi nieta, que yo recuerde es hija de mí única hija, donde están los rizos, y los ojos, y la piel, no, no no- lo recordaba como si hubiese sido ayer, la forma en la que torció la boca, la manera en la que me inspecciono de pies a cabeza hasta que por fin llego a mí nariz, de perfil griego, ahí fue cuando sonrió,
-Claro que si eres mi nieta- me sonrió tiernamente y me beso en ambas mejillas- si no tuvieras la nariz de tú madre no pasarías por su hija - me abrazo de tal forma que me hizo sentir muy bien, pero era verdad, yo no me parecía a mí madre, no sabía si era algo bueno para mí papá o no pero para mí era lo peor que me pudo haber pasado, no tenía nada de ella, nada que me la recordara, ni siquiera una foto y mucho menos una carta, lo único que tenía eran recuerdos, algunos buenos otros malos, no sabía que le ocurría a mí mamá y seguía desconociendo la causa por la que se había suicidado, mi padre se negó a darme alguna explicación lógica y yo no tenía forma de averiguar más.
Del cielo comenzaron a caer gotas grandes, sabía que pasaría a continuación, conocía de memoria el clima de Escocia, así que antes de que el aguacero se viniera en todo su magnificencia me levante pesadamente de mí banca favorita, alejados de todos y todas, anduve sin rumbo fijo dentro del castillo hasta que me harte y decidí ir a la biblioteca, no tenía ni la menor idea de en donde se localizaba mí mejor amiga y no tenía ganas de andarla buscando.
Suspire empujando la puerta de entrada, camine cabizbaja hasta la sección de Economía, en mí haber estaba un examen que debía de pasar si no quería que me quedara reprobada toda la unidad, busque el que era para mí nivel, dentro de la biblioteca estaba una área donde uno se podría a sentar a estudiar sin que nadie lo molestase y como siempre me senté donde nadie me pudiera ver, no era porque a mí me incomodara que me estuviesen mirando más bien era porque yo no quería incomodar a nadie con mí presencia. Me sumí tanto en la lectura que la comencé a encontrar interesante y hasta entretenido que no fue hasta que me gritaron en el oído que me percate de que me estaban hablando.
-Vaya si que te gusta…- giro la cabeza para poder mirar la portada- ¿Economía? – enarco una ceja mirándome suspicazmente.
- Tengo que estudiar, si vuelvo a reprobar un examen tendré que repetir semestre, por cierto… Hola Dominic - cerré el libro y lo metí en la mochila, Dominic era un compañero de algunas clases, uno de los pocos que no me miraban raro, bueno… en algunas ocasiones si lo hacía pero eran contadas.
- Hola Sophie – se inclino hacia adelante para darme un beso en la mejilla, cuando me sonrió se le marcaron sus dos hoyuelos que tenía a cada lado de los labios, era un muchacho único, amable, caballeroso, educado y responsable, de esos que están en peligro de extinción. Los dos salimos de la biblioteca sin decir una sola palabra, cuando estábamos solos las palabras sobraban, lo consideraba como mí hermano mayor, un hermano que nunca tuve.
- Como ha estado tú día – sabía que solamente preguntaba por hacerme platica, así que lo más educado era contestarle.
- Pues como siempre, Dom, aburrido y largo – fuera de la Academia continuaba lloviendo a cantaros, imposible era irme a mí habitación, torcí la boca pensando que tanto me mojaría si corría desde donde me encontraba hasta el edificio, poco seria decir que acabaría como recién bañada, no me quedaba de otra más que estar en compañía de Dominic, no me molestaba estar con él pero por el momento me apetencia más estar atrapada en mis pensamientos, aun tenía muchas cosas que aclarar y encargarme- ¿Cómo esta tú padre?- recordé que hace poco que a este lo habían internado por un infarto, ya que con tantas ocupaciones en el trabajo no se preocupaba por su salud.
- Se encuentra mejor, gracias, ayer ya le dieron el alta y ahora mismo se encuentra en Hawái disfrutando de unas vacaciones – su tono de voz destilaba algo de resentimiento, no pude descifrar si la razón era porque quería ir o por algo más, de todos modos me abstuve de preguntar para no incomodar - ¿Has pensado lo que te propuse?
- Si – días anteriores Dominic me había alcanzado para invitarme a salir, quería ir al pueblo el siguiente fin de semana pero yo sinceramente no tenía muchas ganas, no porque él no me agradara si no porque no quería perder nuestra grandiosa amistad solamente por algún error que cometiéramos.
- ¿Y? –
- No lo sé, Dom, sabes que te quiero mucho pero como amigo ¿verdad? – no sabía que más le podía decir, pero la verdad era que me encantaba el muchacho, desde la primera vez que lo vi me gusto pero sabía que yo no estaba destinada a estar con alguien, ¿Cómo lo sabía? No tengo la menor idea.
- Listo, arreglado, vamos como amigos, paso por ti mañana a las 9 a tú dormitorio, llévate ropa cómoda – y antes de que pudiese añadir algo más a la conversación, salió corriendo, me quede rememorando un momento lo que acababa de ocurrir ¿era acaso que iba a salir con mi mejor amigo? Recordé palabra por palabra, íbamos ir al cine, entonces porque demonios me dijo que me pusiera ropa cómoda, suspire pesadamente sin saber que era lo que me esperaba al día siguiente.

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